BUCAREST.- En una jornada tan festiva como tensa, Rumania por primera vez asume la Presidencia temporal de la Unión Europea, en medio de críticas desde la Comisión Europea y el manifiesto escepticismo de algunos Estados Miembros.
La Presidencia temporal no implica ningún poder real, más allá del de fijar la agenda, coordinar las reuniones, preparar borradores y escuchar a los vecinos, pero esa coreografía es imprescindible para el funcionamiento de las instituciones, para evitar la parálisis.
Las ha habido mejores, las ha habido peores, pero nunca antes un presidente de la Comisión había lanzado críticas tan claras sobre la capacidad política de un Gobierno como hizo Jean-Claude Juncker el pasado fin de semana, poniendo en duda su capacidad de lograr acuerdos o de anteponer los intereses del continente a los propios.
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La plana mayor de la Unión se ha desplazado estos días a la capital rumana. El país, en medio de una deriva nacional-populista similar a la húngara y polaca, está partido.
El Gobierno, manejado en la sombra por el polémico (y condenado) Liviu Dragnea, que este jueves boicoteó el acto, arremete contra Bruselas usando los mensajes y las tácticas de Orban.
Mientras el presidente, de la misma familia política de Juncker, arremete contra la principal fuerza nacional se vio en la víspera en los discursos, un festival de puñaladas y rencor poco disimulado.
El presidente del Senado calificando de comunistas con prácticas totalitarias a los miembros del Ejecutivo y arremetiendo contra medios de comunicación y redes sociales. El vicepresidente del Parlamento espetando a Juncker directamente en su alocución que están de sobra preparados y comprometidos para este semestre.
Con mensajes, instando a la unidad o a respetar el Estado de Derecho, pero en emotivos y cercanos discursos (Donald Tusk en rumano y con una tremenda ovación). O llenos de elogios al país, su pasado, su vida intelectual y cultural y a sus esfuerzos, como hizo el Juncker más conciliador, avisando de que aunque «la UE está hecha de compromisos, no hay compromiso posible sobre el Estado de Derecho y la lucha contra la corrupción», pero reiterando que «la Comisión es amiga de Rumanía, algo que algunos en este país parecen querer olvidar». (ECHA- Agencias)