DAMASCO.- Rusia y Turquía buscan definir sus zonas de influencia en Siria, luego de que los rebeldes kurdos, ante el abandono de EEUU, decidieran entregarse al régimen de Bashar Al Assad con el beneplácito nada disimulado del Kremlin.
Los intereses de Rusia y Turquía en Siria se contraponen en numerosos apartados, en especial en cuanto el papel que deberá jugar Bashar al Assad en el futuro del país y, sobre todo, en relación con la actitud hacia los kurdos y los grupos rebeldes contrarios al régimen.
Una delegación turca encabezada por el ministro de Exteriores, Mevlüt Cavusoglu, estuvo en Moscú para intentar limar asperezas y evitar que la retirada anunciada de las tropas estadounidenses pueda provocar contradicciones o enfrentamientos armados no deseados.
La cuestión principal pasa por que Moscú y Ankara definan sus nuevas zonas de influencia ante el vacío que surgirá tras la retirada de EE.UU.
Por primera vez en seis años, el Ejército sirio ha entrado en la región de Manbij, en el norte de Siria, en ayuda de las Unidades de Protección Popular (YPG) kurdas, lo que no ha gustado nada en Ankara.
Cavusoglu y su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, admitieron en Moscú que sus conversaciones tuvieron como tema central la decisión de Donald Trump de retirar 2.000 soldados estadounidenses del norte de Siria.
«Nos pusimos de acuerdo en que los representantes militares rusos y turcos presentes en territorio sirio deben seguir coordinando sus acciones en este nuevo contexto con el objetivo de erradicar la amenaza terrorista de Siria», dijo Lavrov al finalizar el encuentro. (ECHA- Agencias)