SOCHI.- Tras el pulso de la cumbre en Teherán, el presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, este lunes acordaron rebajar la tensión en la provincia siria de Idlib, el último gran foco rebelde sobre el que el régimen de Damasco quería lanzar una ofensiva general.
Ambos mandatarios pactaron en Sochi (Rusia), a orillas del mar Negro, la creación antes del 15 de octubre de una zona desmilitarizada en Idlib que será patrullada por soldados de ambos países para separar a las fuerzas gubernamentales de las de la oposición.
La nueva zona tapón, que ha sido aprobada por el régimen sirio, tendrá una anchura de entre 15 y 20 kilómetros a lo largo del frente de hostilidades. El acuerdo del área desmilitarizada prevé además la retirada del armamento pesado a partir del 10 de octubre.
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El pacto viene acompañado de un memorando firmado por los ministros de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigu, y de Turquía, Hulusi Akar, para estabilizar Idlib.
Turquía se ha comprometido además a colaborar con Rusia para acabar con los grupos armados radicales en la provincia fronteriza del norte de Siria.
La reunión de Sochi, en la que no participó el mandatario iraní, Hasan Rohaní, se prolongó durante más de cuatro horas en un clima de incertidumbre, a pesar de las declaraciones iniciales de buenas intenciones.
Putin dio la bienvenida a Erdogan en su lugar habitual de veraneo con un llamamiento a “buscar soluciones donde aún no han sido halladas”, en alusión al desencuentro que ambos presidentes habían escenificado en la cumbre de Teherán.
Rusia se mostró partidaria entonces de que el régimen del presidente Bachar el Asad desencadenara de inmediato la ofensiva militar que lleva semanas preparando a las puertas de Idlib para expulsar a grupos yihadistas que suman unos 30.000 milicianos, como Tahrir al Sham (10.000 combatientes), heredero de la filial de Al Qaeda en Siria y que controla un 60% del territorio provincial. (ECHA/Agencias)