Cientos de peruanos concurrieron este domingo 30 de agosto a la avenida Tacna, en el Centro de Lima, para conmemorar la fiesta de Santa Rosa de Lima. Isabel Flores de Oliva, su verdadero nombre fue primera santa peruana. Es además patrona del Perú y América, de las Filipinas, de la Policía Nacional del Perú, así como de las enfermeras.
Gente de todas las edades y condición social, desde niños hasta adultos mayores, llegaron hasta el templo de Santa Rosa de Lima, al costado del puente que lleva el nombre de la Santa.
Largas colas se formaron desde el amanecer para elevar una plegaria a Rosa de Lima, agradecerle por un milagro o simplemente dejar su carta en el pozo de los deseos, donde Isabel Flores de Oliva echó la llave del cilicio que ceñía su cintura y usaba para mortificarse.
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— Crónica Viva (@cronica_viva) August 25, 2015
Isabel Flores de Oliva vivió entre los años 1586 y 1617. Fue la cuarta hija de Gaspar Flores y María de Oliva, pertenecientes a la alcurnia limeña de esa época. Sin embargo, ella siempre mostró su predisposición de entregarse a Dios.
De niña vivió en Quives donde recibió la confirmación de manos del Arzobispo de Lima, hoy Santo Toribio de Mogrovejo, que en ese momento la llamó Rosa, aunque en un primer momento sus familiares y conocidos, se opusieron a que llevara ese nombre.
Regresó a Lima con su familia en sus años de juventud y por problemas económicos de su familia trabajaba días enteros en el huerto.
Santa Rosa se resistió al matrimonio por diez años hasta que hizo el voto de virginidad, y para reafirmar su decisión ingresó a la orden de Santo Domingo, como laica consagrada. Desde ese momento practicó la piedad en la oración recluyéndose en la ermita que ella misma construyó con ayuda de su hermano en un extremo del huerto de su casa, hoy templo, donde atendía a algunos enfermos que le pedían auxilios.
Tuvo una vida muy dedicada a la ayuda al prójimo y a la oración, lo que le valió ser una gran mística con encuentros sobrenaturales con Dios. Los últimos años de vida los pasó gravemente enferma. Murió, en olor de santidad, en la casa de los esposos Gonzalo de la Maza y doña María de Uzátegui, hoy convertida en el templo de Santa Rosa de las Monjas, en el jirón Ucayali.
Rosa de Lima llegó a llamar padre a Gonzalo de la Maza y madre a María de Uzátegui por el gran amor que se tenían.
Fue canonizada por el papa Clemente X en 1671 y hoy es la santa más venerada del Perú y fuente de gran devoción para los peruanos que cada 30 de agosto visitan la que fue su casa, hoy convertida en templo, para dejar su carta en el pozo o imitarla y rezar junto a su ermita.
Fotos: Renzo Chávez – Crónica Viva