Suecia, cuya estrategia pandémica poco ortodoxa la colocó en el centro de atención mundial la pasada primavera, registró este viernes un récord de 7.240 nuevos casos de coronavirus, según mostraron las estadísticas de la Agencia de Salud Pública (FI). El máximo anterior fue 5.990 casos diarios registrados a principios de este mes de noviembre. Suecia contabiliza hoy 66 nuevas muertes, lo que eleva el total a 6.406 desde el inicio de la pandemia.
Hoy, Suecia registra 393 casos de covid-19 por millón de personas, mientras que Reino y Francia suman 337 y 324, respectivamente.
El país nórdico también tiene tasas de infección mucho más altas que Noruega, con un total de casos diarios que se duplica cada quince días y los hospitales se llenan más rápido que cualquier otro país de Europa.
El número de suecos en cuidados intensivos con coronavirus se duplica cada semana y es mucho más alto que en Austria y Eslovaquia. Mientras, los ingresos hospitalarias de pacientes con covid-19 se duplican cada nueve días.
Goran Hansson, director de la Real Academia de Ciencias de Suecia, advirtió que la situación es “grave” y que el número de casos aumenta a una “velocidad acelerada”. “Las unidades de cuidados intensivos aún no están a su capacidad máxima, pero estas salas pueden llenarse pronto si no se rompe la tendencia actual”, advierte.
Sin embargo, las autoridades sanitarias se resiste a hacer obligatorio el uso de mascarilla: “No vemos que estemos en un punto en el que podríamos recomendar el uso generalizado de mascarillas en el transporte público”. En opinión de Karin Tegmark Wisell, directora de la Agencia de Salud Pública en Estocolmo, “las mascarillas no deben usarse como una excusa para no mantener la distancia” social.
Lo cierto es que la segunda ola de coronavirus ha obligado al Gobierno rojiverde de Stefan Löfven a tomar medidas más enérgicas para frenar el virus. Desde este jueves, está prohibida la ventad de bebidas alcohólicas a partir de las diez de la noche en bares, pubs y restaurantes. Además, desde este lunes, las reuniones públicas se limitan a ocho personas. En el espacio privado, las autoridades no tienen poder legal, pero han recomendado evitar los contactos con los no convivientes y reducir al máximo al vida social.
Löfven justificó las medidas por el menor cumplimiento de las recomendaciones, algo que considera “comprensible” por la larga duración de la pandemia, pero resaltó la importancia de actuar con rapidez para limitar el contagio, aunque sea con una decisión “sin parangón en tiempos modernos”.
“La situación en nuestro país es complicada y a la vez sencilla: vivimos en un tiempo de pruebas. Y va a empeorar. Cumple con tu deber, asume tu responsabilidad para frenar la propagación. No vayas al gimnasio, ni a la biblioteca, ni a cenar, ni a fiestas. Quédate en casa”, reclamaba.
Fuente: larazon.es