BANGKOK/Tailandia.- Rescatistas y autoridades tailandesas manifestaron su preocupación por el bajo nivel de oxígeno en la cueva inundada donde se encuentran atrapados doce colegiales con su entrenador de fútbol desde el 23 de junio.
«Estamos preocupados por el oxígeno y el agua en la cueva. Tenemos que trazar un plan que sea el mejor plan y que el riesgo sea mínimo», aseguró en rueda de prensa pasada el gobernador de la provincia de Chiang Rai, Narongsak Osottanakorn.
Ante esta situación se han enviado tanques de oxigeno a la zona donde se encuentran los colegiales, lo que constituye una solución pasajera que no garantiza su provisión si no son evacuados en el menor tiempo posible.
Aún así, matizó que si llueve y la situación no es buena, «trataremos de sacar a los muchachos fuera».
Sus palabras parecen descartar definitivamente la opción que se barajó en un inicio de dejar a los chicos en el interior de la cueva hasta que acabe la temporada de lluvias en octubre.
«Al principio pensamos que podíamos mantener la vida de los niños durante mucho tiempo donde están ahora, pero muchas cosas han cambiado», aclaró el comandante de los Marines Arpakorn Yookongkaew.
Pese a lo urgente de la situación y a la inminencia de las fuertes precipitaciones anunciadas para este fin de semana, las autoridades tailandesas apostaron por esperar algo más de tiempo antes de intentar sacarlos, sobre todo debido a que los menores todavía no están preparados para bucear.
. Infografía: Diario El Mundo de España
Los rescatistas forman parte de un equipo de más de 1,300 personas entre militares tailandeses y especialistas de países como China, Australia, Estados Unidos o Israel, que protagonizaron una operación de búsqueda que mantuvo en vilo a medio mundo.
Tras alimentarles y revisar su estado de salud, los buzos que permanecen en el interior empezaron a enseñarles nociones básicas de buceo y natación, unos conocimientos que a la postre pueden resultar claves para su liberación si finalmente se opta por sacarlos por donde entraron.
No en vano, dependiendo de la cantidad de agua que haya en la gruta en el momento de la operación, los menores podrían atravesar algunos tramos más despejados a pie o flotando en compañía de otros buzos.
Pero si las lluvias arrecian o tienen que salir sin que se haya drenado el caudal necesario, habría algunas zonas en las que se verían obligados a bucear, como un estrecho túnel en forma de U donde el agua ha llegado a tener cinco metros de profundidad y se acumula el barro y los escombros.
Muere un buzo
Es en sitios así donde corren el riesgo de sufrir un ataque de pánico o un accidente que les ponga en riesgo tanto a ellos como a los buzos que les acompañen.
Los peligros de esta operación quedaron de relieve en la madrugada del viernes con el fallecimiento del buzo Saman Gunan, un antiguo miembro de los cuerpos de élite de la Marina tailandesa que colaboraba como voluntario repartiendo botellas de aire a lo largo de la ruta que conecta la entrada de la sima con la cavidad donde se encuentran los menores.
Según relató el comandante de la Marina, Apakorn Yookongkaew, tras terminar una de sus entregas y emprender el camino de vuelta se quedó sin aire en su botella, por lo que quedó inconsciente. (ECHA – Agencias)