Tenemos un equipo que ilusiona, se mimetiza en las sombras cuando oculta su mejor cara y aparece con esplendor en ratos de fútbol de alta calidad sostenido por un aceitado equipo que le para el pleito al más pintado.
Cuando juega mal, gusta y cuando juega bien igual gusta porque la hinchada aprendió a adorar lo que tiene para meter diente al sabroso manjar del fútbol pícaro que practica este equipo peruano en tiempos del ‘Tigre’ Gareca.
Contra Escocia, Perú no llegó a su mejor nivel, seguramente, por tener que cuidar las piernas y guarecerse de la aparición de un Sergio Ramos capaz de inventarse una llave al puro estilo del vale todo para sacar a alguien del partido y quien sabe del mundial.
No fue la mejor exhibición del equipo porque el rival no permitió que se luciera el juego peruano. Escocia se defendió e hizo un feo fútbol para evitar una vergonzosa derrota.
El partido tuvo otro matiz, la de observar el rendimiento colectivo con piezas en lugares inadecuados porque en un mundial puede que encuentre el ‘Tigre’ alteraciones en su sistema y tiene que estar preparado para todo.
Cueva y Farfán estuvieron en rendimiento que se le reconoce pero todos en el estadio Nacional vieron el comportamiento de Alberto Rodríguez ajustado a una actuación que hizo la diferencia.
El ‘Mudo’ con la selección es otro y se esmera. Se le vio en su mejor virtud que es la anticipación y acaso no falló en ninguna de sus intervenciones. Bien enchufado e iluminado, Rodríguez brilló con la luz de su experiencia.
Con esa actuación en parte borró lo malo del cotejo y la selección se despidió en paz y la esperanza de que Perú juegue un buen mundial, con magia y entrega de sus integrantes.
No hay que desconfiar de esta selección, cuando no tenga fútbol que mostrar, tendrán coraje y bravura. No siempre se va a jugar bien pero el deseo de jugar con entrega y decisión jamás estará ausente.
Estos ‘Tigres’ saben hacer su tarea y les espera lo mejor de sí en Rusia.
(Hugo Laredo Medina).