Los más altos ejecutivos de las cadenas de TV estadounidenses y sus periodistas estrellas llegaron a la torre de la 5ta avenida neoyorquina donde los esperaba el presidente electo Donald Trump con la esperanza de sellar una tregua y mirar hacia el futuro tras una campaña en la que habían tenido fuertes enfrentamientos con el magnate. Pero su anhelo se desvaneció en un instante: en esa reunión a puertas cerradas se encontraron en un clima de gran tensión con el mismo Trump de siempre, que los acusó con insultos y reproches de haber informado al país de manera “injusta” y “deshonesta”.
“Entro a una habitación llena de mentirosos. Son todos unos mentirosos”. Así se presentó Trump al encuentro con unos 40 periodistas y managers de las cadenas CNN, NBC, CBS y Fox. Habían sido convocados por la directora de campaña del magnate, Kellyanne Conway, en la torre en la que aún vive el presidente electo que asumirá el 20 de enero. La reunión, concretada ayer por la tarde, había sido pactada en “off the record”, es decir que los reporteros no podían informar sobre lo que había acontecido. Cuando terminó, Conway dijo que el encuentro había sido “muy cordial y honesto”.
En un principio nada había trascendido hasta que The New York Post reveló el clima de guerra que allí se había vivido. Según el Post, el presidente electo atacó enseguida a los presentes y se ensañó particularmente con algunos medios. Uno de los principales objetivos de su bronca fue la cadena CNN. Calificó a su presidente Jeff Zucker de mentiroso, igual que el resto de trabajadores de la televisión: “Odio tu cadena de televisión, debería darles vergüenza, son todos unos mentirosos. No se salva ni uno solo de los periodistas de tu cadena”, dijo Trump según contó uno de los presentes que habló bajo condición de anonimato.
El diario que filtró las conversaciones señaló que Trump les informó a los periodistas que estaban perdidos. “No se han enterado de nada de lo que sucedía en el país. Han sido deshonestos con su profesión y con la nación. No entiendo cómo no les da vergüenza”, les recriminó.
Mas de dos centenares de medios de comunicación apoyaron abiertamente a la candidata demócrata Hillary Clinton y solo un puñado de rotativos pequeños respaldaron al magnate, que terminó ganando en las elecciones del 8 de noviembre. En base a encuestas propias y modelos electorales, la mayoría de los medios habían pronosticado que Hillary sería la ganadora. Pero sus análisis fallaron al no advertir que en el interior de los Estados Unidos, sobre todo en el cinturón industrial, había millones de ciudadanos de clase media venida a menos que buscaban un cambio en el establishment Washington.
Durante los actos de campaña, Trump no se cansó de criticar duramente a los medios y los acusaba de manipular la realidad o de estar confabulados para que ganara Hillary Clinton. No tenía empacho en señalar a los periodistas presentes en sus actos y pedir a sus seguidores que los abuchearan. Se enfrentaba especialmente con la CNN, según pudo comprobar Clarín en algunos de los mitines republicanos.
El diario The New York Times señalaba ayer que el encuentro con los medios pareció haber sido armado “con propósitos políticos”, sobre todo luego de que algunos sitios cercanos al magnate como el Drudge Report y el Breitbart News titularan “Trump critica a la elite mediática” o “Trump se come a la prensa”. Junto al presidente electo, en una larga mesa de conferencias, estaban sentados sus más importantes asesores como Stephen Bannon (futuro asesor general); su yerno, Jared Kushner; su futuro jefe de Gabinete, Reince Piebus; y la propia Conway.
David Remnick, el editor de la revista New Yorker, habló con algunos de los presentes en la reunión y escribió ayer que “la impresión general del encuentro es que Trump no mostró ningún signo de sobriedad o de haber cambiado tras haber sido elevado al principal trabajo del país” y señaló que uno de los participantes le había relatado que Trump había sido “el mismo fanfarrón de la campaña”. Otro de los asistentes dijo que el comportamiento de Trump había sido “totalmente inapropiado” y “jodidamente escandaloso”.
Remnick contó que los periodistas pensaron que habían sido convocados para hacer preguntas, ya que no había dado una conferencia de prensa desde fines de julio. Pero fueron expuestos a “una catarata de insultos y reclamos, y nadie lo tomó con placer”, relató. Un participante lo resumió así: “Estoy emocionalmente muy enojado”. Y se preguntó: “¿Cómo haremos para que esto no influya en nuestra cobertura? Hacia el final de la campaña pensaba que todo giraba alrededor de Trump y sus problemas. Era legítimo. Luego pensé, démosle el beneficio de la duda. Pero después de hoy –soy un ser humano- pienso: al diablo con él”. Y remarcó: “Estoy realmente ofendido. Esto no tiene precedentes. ¡Es escandaloso!” Otros de los participantes también se manifestó muy preocupado. “Realmente no parece entender lo que significa la primera enmienda (que consagra la libertad de expresión). El cree que se supone que nosotros debemos contar lo que él dice y listo”. (Clarín)