MADRID.- Irán y Pakistán han protagonizado durante los últimos días un repunte de las tensiones a raíz de una serie de ataques mutuos contra objetivos de grupos «terroristas» baluches a ambos lados de su volátil frontera, después de años de intercambios de acusaciones sobre la presencia de estas formaciones y tras los últimos atentados en ambos países.
Los bombardeos, iniciados el martes por la Guardia Revolucionaria de Irán con ataques contra supuestas posiciones del grupo armado Jaish al-Adl y continuados con los ejecutados por Islamabad contra el Ejército de Liberación Baluche (BLA) y el Frente de Liberación de Baluchistán (BLF) en territorio iraní, suponen una atípica materialización de las tensiones bilaterales.
Sus relaciones se retrotraen a 1947, cuando Irán se convirtió en el primer país en reconocer la independencia de Pakistán, y pasaron por etapas de gran cooperación, incluido el hecho de ser cofundadores de la Organización del Tratado Central –una alianza militar anticomunista durante la Guerra Fría–. Asimismo, Irán respaldó a Pakistán en las guerras con India en 1965 y 1971, así como en la Guerra de Liberación de Bangladesh (1971), mientras Islamabad apoyó a Teherán en la guerra con Irak (1980-1988).
Sin embargo, los lazos se deterioraron durante las guerras civiles en Afganistán entre 1992 y 2001, cuando Pakistán respaldó a los talibán frente a la Alianza del Norte, apoyada por Irán, que llegó incluso a estar cerca de entrar en la guerra tras la matanza de cerca de 2.000 hazaras –una minoría chií– y ocho diplomáticos iraníes en 1998 en Mazar-e-Sharif.
Desde entonces, han estrechado sus lazos a nivel económico, con altibajos en el ámbito político, especialmente por el escepticismo de Irán sobre la cercanía entre Pakistán y Arabia Saudí –su principal rival por la hegemonía regional– y las acusaciones mutuas sobre la presencia de milicianos baluches en sus territorios.
Ambos países comparten unos 900 kilómetros de frontera, una área en la que operan grupos armados baluches que se han alzado en armas ante lo que describen como una discriminación por parte de las autoridades centrales contra esta comunidad, integrada por unos nueve millones de personas.
De esta forma, suponen una minoría étnica en ambos países –mientras que en el caso de Irán son además una minoría religiosa– que denuncia que la zona en la que habitan, rica en recursos, es sin embargo una de las más pobres en Irán y Pakistán, lo que ha azuzado sentimientos independentistas desde las primeras décadas del siglo XX, cuando surgieron corrientes a favor del ‘Gran Baluchistán’.
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CRUCE DE ACUSACIONES
Las actividades de estos grupos han llevado a ambos países a intercambiar frecuentemente acusaciones por lo que describen como una inacción por parte del país vecino a la hora de hacer frente a la amenaza y actuar contra estas organizaciones.
Jaish al-Adl (Ejército de la Justicia) fue fundado en 2012 a partir de Jundalá, cuyo líder había sido capturado y ejecutado en Irán dos años antes. El grupo ha estado detrás de varios atentados en los últimos meses –incluido un ataque contra una comisaría en Irán en diciembre de 2023 en el que murieron once agentes– y Teherán asegura que los perpetra utilizando bases en Pakistán.
Por su parte, Pakistán denuncia que el BLA –fundado en el año 2000 y que se alzó en armas en 2004– y el BLF –cuya relevancia ha caído en los últimos años– operan desde Irán, llevando a cabo ataques en los últimos años contra objetivos en el país, incluidos proyectos gasísticos y de infraestructura por parte de China.
Las diferencias en torno a la falta de acción mutua han repuntado tras los últimos ataques de estos grupos y el asunto parecía ser uno de los puntos centrales del encuentro mantenido el martes en la ciudad suiza de Davos entre el ministro de Exteriores iraní, Hosein Amirabdolahian, y el primer ministro interino de Pakistán, Anuar ul Haq Kakar, un día en el que las armadas de ambos países estaban celebrando maniobras conjuntas.
DINÁMICAS INTERNAS
Por contra, cuando horas después Irán ejecutó ataques contra bases de Jaish al-Adl en Pakistán, Islamabad reaccionó condenando el suceso con dureza y denunciando la muerte de dos niños, al tiempo que llamó a consultas a su embajador en Teherán y advirtió de que el país vecino sería responsable de cualquier repercusión.
Apenas un día después, Islamabad bombardeó posiciones de los citados grupos baluches en Irán, desatando una firme condena de Teherán –que habló de nueve muertos, incluidos cuatro niños–, si bien horas después ambas partes parecieron rebajar el tono, en una aparente muestra de que no están interesados en un conflicto abierto.
De hecho, estos incidentes parecen estar relacionados más bien con procesos a nivel interno, especialmente tras el atentado perpetrado cerca de la tumba del general iraní Qasem Soleimani y la muerte de un alto cargo de la Guardia Revolucionaria en Siria en un ataque achacado a Israel, sumado al conflicto abierto tras los ataques ejecutados el 7 de octubre por Hamás contra Israel, que desataron una ofensiva militar israelí contra Gaza. Así, los ataques contra territorio de Pakistán llegaron horas después de otros contra una supuesta base del Mossad en el norte de Irak y contra posiciones de Estado Islámico en el noroeste de Siria.
Por su parte, los bombardeos paquistaníes parecen derivados de la necesidad del Ejército de Pakistán, muy influyente en la política del país, de no dejar sin respuesta un bombardeo contra su territorio, en línea con lo ocurrido en 2019, cuando Islamabad derribó dos aviones de guerra indios tras un bombardeo de Nueva Delhi contra un supuesto «campamento de entrenamiento terrorista».
CONTEXTO REGIONAL
Por ello, Mark Natz, experto del ‘think tank’ Atlantic Council, ha señalado que estos bombardeos no parecen estar relacionados con el actual conflicto en Oriente Próximo, con su foco en Israel y los Territorios Palestinos Ocupados, antes de agregar que «tampoco presentan necesariamente un conflicto más amplio entre Irán y Pakistán».
«Ni Irán ni Pakistán lanzaron un ataque contra las fuerzas o activos del otro. En su lugar, atacaron lo que consideran fuerzas yihadistas dentro del territorio del país vecino, que también el otro considera problemáticas», ha explicado, si bien ha resaltado que «sería cínico decir que Teherán e Islamabad se han hecho un favor».
Por su parte, Danny Citrinowicz, experto no residente de este mismo centro, ha sostenido que los ataques de Irán serían «una venganza» contra los responsables de los últimos atentados y ataques, mientras que Jason Brodsky, director de Unidos contra un Irán Nuclear y experto del Programa para Irán del ‘think tank’ Middle East Institute, ha apuntado que «Irán probablemente calculó los costes de no responder eran demasiado altos en este contexto regional y sintió que lo que hiciera Pakistán en respuesta será asumible», optando por mostrar un gesto de fuerza y evitar represalias de Estados Unidos».
Asimismo, Thomas Warrick, experto de la Iniciativa de Seguridad Scowcroft en Oriente Próximo de Atlantic Council, ha argüido que «los bombardeos de Pakistán en Irán demuestran su comprensión del particular sentido de la simetría en Irán» y ha resaltado que «la República Islámica quiera rebajar la temperatura del conflicto con Pakistán».
Por contra, Warrick ha indicado que Irán «quiere elevar la temperatura en Yemen, Irak, Líbano y Siria en un esfuerzo, entre otros objetivos, para expulsar a Estados Unidos de Oriente Próximo y establecer su dominio en la región», una situación que vuelve a poner de relevancia la necesidad de una diplomacia efectiva y una acción por parte de la comunidad internacional, básicamente inactiva ante el desarrollo de estos conflictos a nivel mundial.
Europa Press
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