Un siglo de la elección de Jules Rimet, el presidente más longevo de la FIFA

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MADRID.- La FIFA conmemora este lunes el centenario de la elección de su presidente más longevo, el francés Jules Rimet, considerado el ‘padre de la Copa del Mundo’.

Nacido el 14 de octubre de 19873 en un almacén de comestibles de su padre en Theuley-les-Lavoncourt, fue un buen estudiante y gracias a una beca pudo licenciarse en Derecho. Posteriormente trabajó para un procurador judicial en el distrito de la Bolsa de París y en el Fiduciary Comptoir, donde se abordaban casos de disputas y apelaciones.

Apasionado por el deporte, con 24 años, en 1897, fundó junto a un grupo de amigos el club Red Star. Dio su primer paso en el mundo de la organización futbolística. La implantación de la FIFA, fundada el 21 de mayo de 1904, en la capital francesa incrementó su pasión.

No tardó en ser responsable de la creación, en 1910, de la liga nacional francesa. Fue elegido presidente. También contribuyó a la fundación de la Federación en 1919, organismo que pasó también a dirigir, elegido el 7 de abril de ese año.

Su nombramiento fue lo que estaba aguardando para alcanzar el sueño de lanzar un torneo internacional en respuesta a las amplias dimensiones mundiales que estaba adquiriendo la nueva FIFA, proyecto que presentó en los Juegos Olímpicos de Amberes 1920, cuando asumió de forma provisional el mandato del organismo futbolístico universal.

Un año después fue confirmado como tercer presidente de la FIFA y el 1 de marzo de 1921 sucedió de forma oficial al fallecido Daniel Burley Woolfall, y en 1926 Rimet consiguió que se designara una comisión para estudiar la posibilidad de organizar un Mundial, que no se veía con muy buenos ojos desde el Comité Olímpico Internacional.

En el Congreso de 1928, celebrado en Ámsterdam, la FIFA acordó, con 25 votos a favor y 5 en contra (Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia y Estonia) organizar un Campeonato Mundial cada cuatro años, y en la reunión que tuvo lugar en Barcelona en 1929 se fijó el nuevo torneo para 1930 en Uruguay, país que se eligió en detrimento de Italia, Holanda, España y Suecia.

Uruguay era el campeón olímpico de 1924 y 1928 y se comprometió a construir un nuevo estadio para el Mundial que marcaría el centenario de la constitución nacional, aunque la cuestión decisiva fue la oferta de que se pagaban todos los gastos de viaje y alojamiento de los equipos participantes, incluyendo 75 dólares por persona, además de «medio dólar por día para gastos menores».

El proyecto sufrió un enorme revés en 1928 cuando las federaciones británicas, que habían aceptado inicialmente la idea del Mundial, decidieron no participar por un desacuerdo sobre la definición de los términos aficionado y profesional.

Pero, con el apoyo de su compatriota Henri Delaunay, Rimet, que quería que la Copa del Mundo tuviera carácter universal y estuviera abierto a profesionales, no se rindió pese a ello ni por la retirada de otros equipos europeos que argumentaron la crisis económica general y logró organizar la primera edición del Mundial.

Su presidencia duró 33 años, hasta el 21 de junio de 1954, en el congreso de Berna. Fue nombrado primer presidente honorario de la FIFA. Al año siguiente fue nominado para el Premio Nobel de la Paz. Recibió otros reconocimientos, como la Legión de Honor y la Cruz de Guerra Francesa.

Su enorme contribución fue asímismo reconocida, al conmemorar el 25 aniversario de su elección, al dar el nombre al trofeo de campeón del mundo, denominación que se mantuvo hasta 1970. EFE

 

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