WATERLOO, BÉLGICA.- En un día como hoy de hace doscientos años, Waterloo se convirtió en el escenario de la batalla que marcaría la caída de Napoleón Bonaparte, un momento histórico que hoy conmemoraron líderes políticos y casas reales europeas con una ceremonia donde no han faltado tiros de cañón.
El suelo de Waterloo (a una treintena de kilómetros de Bruselas) ha temblado con cada uno de los disparos de cañón que hoy han estremecido al público, como en su día les debió ocurrir a los casi 200.000 soldados que participaron en el combate, de los que decenas de miles de ellos perdieron la vida o resultaron heridos.
«Hoy no celebramos una batalla sino una reconciliación, ese shock del momento permitió una unidad más amplia y una armonía más sólida», señaló el primer ministro belga, Charles Michel, en la ceremonia del bicentenario.
Una idea compartida por el rey Felipe de Bélgica, para quien su país se ha convertido en «guardián de la reconciliación» después de haber sido durante siglos «un campo de batalla donde las potencias europeas se enfrentaban entre ellas por la hegemonía del continente».
Al acto también asistió la reina Matilde de Bélgica, los grandes duques de Luxemburgo, Enrique y María Teresa, los reyes de Holanda, Guillermo y Máxima, el duque de Kent o los embajadores de Francia y Alemania, entre otros.
También estuvieron presentes algunos de los descendientes de los generales que libraron la batalla como el duque Arthur Wellesley de Douro (descendiente del duque de Wellington, comandante supremo aliado en la batalla) o los príncipes Nikolaus Furst Blücher von Wahlstatt (descendiente del mariscal prusiano Gebhart Leberer von Blücher)y Jean-Christophe Napoleon Bonaparte.
La batalla de Waterloo comenzó un 18 de junio de 1815, fecha en la que las tropas británicas, holandesas y alemanas (divididas a su vez en los reinos independientes de Prusia y Hanover y en el Principado de Brunswick), pusieron fin a las aspiraciones imperialistas de Napoleón Bonaparte.
Esta derrota decisiva para los franceses marcó «el fin del grandioso sueño militar y político de Napoleón, mientras que para las fuerzas coligadas supuso «una victoria contra las ambiciones imperialistas posteriores a la Revolución Francesa, explicó el primer ministro belga.
Michel considera que este combate fue el germen del proyecto europeo, pues puso de manifiesto la necesidad de lograr una unión entre las grandes potencias del continente.
«Era indispensable para luchar contra una amenaza común y sobre todo para garantizar la paz, la estabilidad y la prosperidad», matizó.
Para Michel ese deseo materializado casi siglo y medio después en la Unión Europea, ha sido fruto de la «buena voluntad» de hombres y mujeres que «aprendieron las lecciones del pasado y eligieron aunar sus sueños en torno a un proyecto más hermoso y grande».
«Lo que pasa en una parte de Europa nos afecta a todos y lo que pasa en un siglo continúa teniendo un impacto en el siguiente», dijo por su parte el vicepresidente primero de la Comisión Europea (CE), Frans Timmermans.
También subrayó la necesidad de «mantener a raya la guerra, construir una paz duradera» y preservar la unidad de los pueblos europeos.
Aunque sea complicado, «siempre es preferible reunirse alrededor de una mesa de negociaciones antes que en un campo de batalla», añadió el rey belga.
El rey Felipe de los belgas colocó cuatro lazos de colores -en representación de los contendientes de la batalla- alrededor de una bala de cañón junto a Guillermo de Holanda y Enrique de Luxemburgo, un acto simbólico en el que estuvieron acompañados por descendientes de Napoleón o el duque de Wellington, entre otros.
A los acordes del himno nacional belga, otras cuatro banderas alargadas de enormes dimensiones se desplegaron desde lo más alto de la Colina del León.
Fue uno de los momentos más emotivos de la ceremonia, en la que tampoco faltó la «coreografía» de un caballo cuyo jinete emuló a uno de los soldados de la histórica batalla.
Además de los momentos de celebración, uno de los figurantes de la batalla ha fallecido repentinamente durante la conmemoración, según informa el diario belga Le Soir.
La importancia de esta fecha se ha visto reflejada además en sellos conmemorativos emitidos por Reino Unido (Royal Mail), Bélgica (Bpost) o incluso países africanos como Togo, Mali o Guinea-Bisáu, informó la agencia Belga.
Los actos previstos para los próximos tres días comprenden un espectáculo de música, baile y fuegos artificiales esta noche y una recreación de la batalla mañana y el sábado.
La alcaldesa de Waterloo, Florence Reuter, dijo por su parte que esperan la asistencia de unas 12.000 personas este fin de semana.
«Waterloo ha entrado en la historia para siempre y además ha supuesto un impulso para el turismo de nuestra región», dijo. EFE
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