El expresidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero declara en su libro “No voy a traicionar a Borges” (Huso) su lealtad al escritor argentino como lector por representar “una literatura sublime» que «nos revela las infinitas posibilidades de la existencia y acaso el universo”.
En este centenar escaso de páginas, acorde con el espíritu de los textos del escritor argentino -toda su obra se caracteriza también por la brevedad-, Zapatero explica el porqué de esta devoción.
Esta “lealtad a Borges” tiene un antecedente en que cuando era secretario general del PSOE escribió en el 2001 el prólogo de la obra del autor argentino «Ficciones», publicada en una colección del diario español El Mundo.
Zapatero subraya la condición argentina de Jorge Luis Borges y sostiene que “nada puede entenderse de Argentina sin Borges. Siempre que conozco o reencuentro a alguna persona de ese país, Borges reaparece en mi pensamiento. Es un fenómeno casi patológico”.
BORGES Y LA POLITICA
El exlíder socialista español no rehuye el envite de las opiniones políticas de Borges, y afirma que el autor se interesó más “por los seres humanos y sus sueños que por el Gobierno de los mismos”.
Así destaca el individualismo borgiano, donde solo el individuo existe “por lo que la sociedad, el pueblo, la comunidad son meras abstracciones”.
También reconoce que Borges llega a cuestionar la representación como “fundamento de la democracia” y en esa línea “termina por refutar al Estado y denostar la política”.
En cuanto a los pronunciamientos políticos de Borges, “que a veces han sido muy contradictorios, no permiten etiquetarlo de una forma cerrada”.
Zapatero menciona su cierto anarquismo e incluso una temprana admiración por la revolución rusa de 1917 que pronto derivó en una profunda decepción.
También reconoce el apoyo de Borges a Pinochet y a la propia dictadura argentina, aunque destaca que con el tiempo lo matizó ya que firmó “en apoyo de los desaparecidos del régimen del general Videla”.
“Llama la atención que el escritor en lengua castellana más vanguardista, más innovador, fuese un hombre conservador”, aunque, según Zapatero, en el pensamiento político borgeano hay más laberintos y espejos que certezas.
Además, “la cultura y el arte corrigen nuestra adhesión a doctrinas y lealtades. Y en el caso de las obras más excelsas, resulta indiferente o al menos poco relevante el pensamiento político de los artistas”.
Zapatero pone el acento en algunas reflexiones de Borges que tiene un sentido trascendente sobre el cosmopolitismo, la apertura a todas las culturas, civilizaciones y por supuesto a las lenguas.
“Borges nos ilustró sobre la conveniencia de considerar no ajena y aún menos adversaria ninguna cultura, a ninguna civilización”, por eso para él “no hay un Borges político como no hay un Borges activista. Hay un Borges universal y por tanto un Borges de todos”.
LA OBRA BORGIANA
Para Zapatero, la renovación más profunda y creativa del idioma castellano se produjo en América Latina en el siglo XX y el principal renovador fue Borges.
De su obra destaca el concepto de tiempo como tema metafísico que le acercó a los territorios de la filosofía, y donde “exhibió como ningún otro escritor una capacidad creativa solo al alcance de talentos excepcionales”.
De los cuentos borgianos el que más le gusta es “El Aleph”. Para él es una historia de amor hacia la fallecida Beatriz Viterbo y por la que el narrador Borges sintió un amor no correspondido. “Solo el amor se impone al infinito. Lo único que le hacía parecer humano a Borges era el amor”, escribe Zapatero.
Concluye diciendo que nadie como Borges ha creado páginas de tanta belleza literaria y originalidad argumental en relación con la filosofía.
Pero Borges no fue un artista con vocación de filósofo, fue un genio de la creación literaria, un artista excelso, destaca Rodríguez Zapatero. EFE